Blog

Síndrome de las Piernas Inquietas

El Síndrome de las Piernas Inquietas (SPI) causa un deseo irresistible de mover las piernas. El enfermo siente molestias en las piernas cuando se acuesta o se sienta. Algunas personas lo describen como una sensación de que algo se arrastra, que trepa por sus piernas, un hormigueo o ardor. El movimiento ayuda a sentirse mejor, pero no durante mucho tiempo.

El SPI, también conocido como la Enfermedad de Willis-Ekbom (EWE), es un trastorno neurológico caracterizado por sensaciones molestas en las piernas (especialmente en las pantorrillas) y menos frecuentes en los brazos. Los pacientes las describen como hormigueos, acorchamiento, picor, tensión interior, nerviosismo y a veces dolor; esto les provoca un impulso incontrolable de moverse y andar cuando se está descansando.

Estas sensaciones molestas aparecen principalmente en periodos de reposo o inactividad y generan una necesidad de mover las piernas que suele aliviar las molestias temporalmente, impidiendo al paciente desarrollar una actividad de descanso. Las formas de aliviar parcialmente los síntomas son muy variadas: levantarse y caminar, frotarse las piernas, hacer estiramientos y a veces sacudidas bruscas incontrolables.

Estas molestias que a menudo son descritas como “quemantes”, como si algo se deslizara, o como si insectos treparan por el interior de sus piernas (hormigueo), varían en gravedad y pueden ser desde desagradables o irritantes hasta dolorosas. Suelen aparecer o intensificarse a lo largo de la tarde/noche y en muchos casos hacen que sea muy difícil dormirse o que el paciente se despierte por la noche, todo ello afecta a la calidad del sueño.

¿Tiene cura? ¿Es para siempre?

Actualmente, no existe una curación para el SPI, salvo cuando los síntomas están asociados a otros procesos: falta de hierro, embarazo, nefropatía avanzada, etc. Hay personas que pueden ver como sus síntomas mejoran o desaparecen durante un periodo de tiempo.

En caso de que la frecuencia o gravedad de los síntomas lo requiera, existen tratamientos farmacológicos que en la mayor parte de los casos producen una evidente mejoría o una desaparición de los síntomas.

¿A quién afecta? ¿Cómo puedo reconocerlo?

No existen estudios definitivos, pero este trastorno podría afectar a entre un 5% y un 10% de la población mundial. Normalmente solo un pequeño porcentaje de las personas que lo padecen son correctamente diagnosticadas, en la mayor parte de los casos debido a que no son derivados al especialista adecuado (neurofisiólogos, neurólogos, reumatólogos, psicólogos, etc.)

El SPI no suele estar relacionado con la edad, aunque es más frecuente en personas mayores y mujeres. La falta de diagnostico puede ser debida a muchas razones:
  • El paciente no le da importancia o no identifica las sensaciones como una enfermedad.
  • Puede que para el médico los síntomas pasen desapercibidos o se atribuyan a otras enfermedades: artrosis, reuma, varices, envejecimiento, mala circulación, etc.
  • El paciente lo interpreta como ansiedad o insomnio.
Las investigaciones indican que los principales causantes son la edad y la predisposición genética. Suele aparecer con más frecuencia en los familiares directos de quienes lo padecen, algunos hijos de padre o madre con SPI pueden quejarse durante años de dolores en las rodillas atribuidos a “dolores de crecimiento”. También suele aparecer durante el periodo de gestación materno (especialmente en el último trimestre), la deficiencia de hierro y vitaminas es habitual durante el embarazo, siendo una de las mayores causas.

Impacto en la calidad del vida

Aunque no es considerada una enfermedad grave o que sea causa de muerte, sí que provoca terribles desasosiegos que disminuyen la calidad de vida del paciente. Si no se tratan pueden provocar en crisis nerviosas y depresión. El tratamiento más adecuado dependerá de la gravedad y frecuencia de los síntomas, así como del impacto a la calidad evita del paciente.

La vida social y laboral también se ve afectada, en muchos casos limitando las actividades que requieren estar en reposo mucho tiempo: cenas formales, reuniones, viajes largos avión, ir al cine o al teatro, etc.

Recomendaciones higiénico-dietéticas

Además de seguir el tratamiento indicado por el especialista, es muy importante mantener una higiene del sueño adecuada y algunas de estas medidas pueden favorecer el control de los síntomas:
  • Evitar el alcohol, cafeína, tabaco y las comidas copiosos en las horas previas a ir a la cama.
  • Mantener unos horarios regulares y duración suficiente del sueño.
  • Si al momento de ir a la cama nota molestias, camine o haga algo que le distraiga, en cualquier caso evite estar dando vueltas en la cama.
  • No haga esfuerzos para dormir ni pase demasiado tiempo despierto en el la cama.
  • El ejercicio físico suave antes de dormir suele aliviar; en cambio ejercicios intensos suelen empeorar.
  • Aplicar calor o frío local en las piernas, un baño o una ducha pueden ser de ayuda.
  • Realizar alguna actividad mental, estar distraído o concentrado en una actividad agradable puede disminuir la percepción de las molestias.
Es muy importante que sea usted mismo el que descubra qué le mejora los síntomas de la enfermedad.

Referencias: